martes, 16 de agosto de 2022

La representación del feminicidio en el discurso mediático

 



En 2018, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) de las Naciones Unidas informó que 14 naciones latinoamericanas se encontraban entre los 25 países con las tasas más altas de feminicidio. En 2020, ONU Mujeres reconoció la violencia de género como una pandemia caracterizada por la invisibilidad, la normalización y la impunidad. El femicidio es el resultado de acciones persistentes de discriminación y violencia. En otras palabras, antes de la privación de la vida, ocurrieron otras formas de violencia que incluyeron una amplia variedad de abusos verbales, físicos, sexuales y emocionales, mutilaciones y situaciones forzadas (Radford & Russell, 1992). Tales prácticas son de alguna manera permitidas por el entorno social (Lagarde y de los Ríos, 2004), ya sea normalizándolas o legitimándolas como resultado de las acciones de las mujeres. En términos generales, la forma en que la sociedad reacciona ante las víctimas y los perpetradores tiene sus raíces en ideologías patriarcales basadas en estereotipos de género, lo que es socialmente aceptable que hagan las mujeres y cómo se les permite reaccionar a los hombres. ¿De dónde vienen estas reglas que nos dicen lo que podemos hacer? Estudios desde los campos de la sociología, la psicología y la comunicación indican que las ideologías se perpetúan a través de discursos tanto privados como públicos en las esferas de la política, el derecho y los medios de comunicación (Van Dijk, 1996).


Medios latinoamericanos: culpabilizando a las víctimas del feminicidio

Los medios tienen el poder de reforzar creencias y moldear la opinión pública (Edwards & Wood, 1999). Las investigaciones sobre el contenido de la cobertura del femicidio en los medios latinoamericanos han revelado estructuras narrativas que culpabilizan a las víctimas y desdibujan la responsabilidad de los victimarios (Ramírez, 2021). Sin embargo, no se sabía si la forma en que se trataban estos casos era un reflejo de la política general de medios o era específica de los casos en los estudios. En 2020 se realizó un estudio cuantitativo que examinó el contenido de la cobertura del tema del feminicidio en tres diarios de circulación nacional en México, el país de habla hispana con mayor número de feminicidios (CEPAL, 2020), y en el que solo el 4% de los casos resultar en una condena (OCNF, 2018). El estudio mostró que la atención de los medios al feminicidio aumentó en promedio un 447 % entre 2014 y 2017 (Gutiérrez Aldrete, 2020). Sin embargo, el análisis del contenido de los artículos reveló que las narrativas se centraron en las implicaciones morales y sociales de los delitos utilizando estereotipos y prejuicios de género, clasificando a las víctimas en categorías sociales negativas (Flores, 2017), ignorando así el contexto de género. violencia característica del feminicidio (Juárez, 2020). El estudio analizó un total de 2.527 artículos y encontró que es más común encontrar representaciones negativas de las víctimas que representaciones negativas de los perpetradores, y que es más probable que mencionen excusas y razones que justifican las acciones de los perpetradores que aspectos positivos de las víctimas. . Algunos artículos no brindaban descripciones de las víctimas, pero una abrumadora mayoría de los que sí presentaban descripciones negativas y/o culpabilizadoras de las mujeres: El Universal, en 90.5% de los 157 artículos con descripciones de la mujer, Reforma, en 94,1% de 219, y Excélsior en 92% de 161 artículos. Frases como “tenía conductas autodestructivas”, “tenía problemas de adicción al alcohol y las drogas”, o aquellas que implicaban que la víctima se ponía en peligro (Wright, 2011), “se fue de una fiesta con tres hombres”, “ella salió de fiesta hasta el amanecer”; los que utilizan estereotipos de promiscuidad (Sánchez González, 2008) “tenía muchas parejas sentimentales”, “se acostaba con un hombre fuera de su casa”; y los que explican como natural la reacción del agresor: “se había acostado con otros hombres y se mantenía en contacto con ellos por mensajes de texto”, “le fue infiel”. Es común resaltar su condición de extranjera (García Guevara & Guachambosa, 2019) y ocupaciones estigmatizadas como trabajadora sexual, camarera, azafata, modelo o bailarina (Alcocer Perulero, 2014), señalando que estas condiciones hacían a las mujeres más vulnerables a situaciones extremas. violencia de género. Sin embargo, los medios tendieron a no mencionar que es la misoginia de los perpetradores y la estigmatización de las mujeres lo que los lleva a atacar a estas mujeres, en lugar de la ocupación en sí. El estudio encontró una tendencia a enfatizar la peligrosidad de ciertas áreas geográficas y asociarlas con la pobreza o las etnias indígenas. Esto construyó una narrativa basada en la clase social y las condiciones materiales de las víctimas (Ramírez, 2021), estigmatizando a toda una comunidad y contextualizándola a través de la violencia y los problemas sociales. Esto crea y refuerza sentimientos de inseguridad (BardWigdor & Bonavitta, 2017) y rechazo. Además, los diarios estudiados tendieron a brindar detalles sobre cómo se llevó a cabo el asesinato y el estado en que se encontró el cuerpo de la víctima: en promedio, el 16% de los artículos utilizaron este recurso narrativo para sensacionalizar los feminicidios (Ornelas, 2002)

Artículos periodísticos que desdibujan la responsabilidad de los perpetradores de feminicidios

.Con respecto al perpetrador, los artículos comúnmente asociaban las causas del asesinato con representaciones de “honor”, ​​calor “natural” de la pasión, patologías y causas fuera del control del asesino (Jiménez, 2021), o incluso descripciones positivas, disminuyendo su responsabilidad como asesino. El Universal lo hace en el 39% de los 223 artículos con descripciones de la agencia del perpetrador, Reforma en el 34,4% de 247 y Excélsior en el 43,4% de 182. Los ejemplos incluyen: (el perpetrador) “tenía estrés relacionado con el trabajo”, “fue maltratado por la víctima”, “la víctima le debía dinero”, “estaba cansado de pelear con la víctima”, “había sido humillado por la víctima”. Este enfoque cuantitativo confirma que los periódicos tienden a invisibilizar a los perpetradores (Ramírez, 2021): en el 33% de los artículos no se menciona ni establece el asesinato (Casados ​​González, 2018), nominalizando el fenómeno (Billing, 2008) con frases como “fue hallada muerta” (Juárez, 2020). Si bien la mayoría de los artículos no contenían descripciones de las víctimas y los perpetradores, aquellos que sí proporcionaron un contexto y un instrumento cognitivo para interpretar el tema en su conjunto y tener en cuenta a todas las víctimas y todos los perpetradores. Las representaciones basadas en estereotipos de género y culpabilización construyen y refuerzan la idea de que las víctimas de feminicidios eran “un tipo de mujer” que de alguna manera había transgredido el código moral de la sociedad. Este tipo de narrativa genera prejuicios (Goffman, 1995) y conductas sociales de revictimización, ignorando la importancia de que las políticas públicas de solución se centren en evitar que los hombres se conviertan en perpetradores y no las mujeres en víctimas.

Referencias 

Gutiérrez Aldrete, M. (2020). El tratamiento del feminicidio en medios de comunicación en México. Universidad Autónoma de Barcelona. DOI: http://hdl.handle.net/10803/670554 

El conjunto de datos de esta investigación está disponible en https://ddd.uab.cat/record/232573?ln=es

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