Articulos

Limitar la extranjerización del suelo


Señor director:

La tierra no es sólo un recurso natural o el lugar donde habitamos, es también un elemento indisoluble de la identidad de los pueblos. La tierra es el lugar donde los hombres y mujeres somos quienes somos. Entonces, ¿cómo concebir una Mendoza que excluya a los mendocinos de la posesión de la tierra?
Es sabido que en los próximos años la propiedad de la tierra va a ser más importante que la del petróleo y la del oro.

Aunque no hay datos precisos, hoy se calcula que inversionistas foráneos ya son dueños de aproximadamente medio millón de hectáreas de Mendoza. Todas estas tierras tienen elementos en común: están cerca de zonas fronterizas y se asientan sobre recursos naturales (agua y minerales). No hay Estado en el mundo que no tenga una política clara respecto a la manera de controlar el territorio y el buen uso de los recursos.

De allí la necesidad de que en la provincia se analice la posibilidad de discutir una ley que limite la venta de tierras a extranjeros.


Mario Raúl Soria
DNI 24.067.224


http://www.diariouno.com.ar/edimpresa/2011/01/18/nota263341.html


Maquilaje para la ley educativa

Se­ñor di­rec­tor:

La Ley de Edu­ca­ción pro­vin­cial vi­gen­te no res­pon­de en for­ma ge­ne­ral a las ne­ce­si­da­des e in­te­re­ses ac­tua­les de la so­cie­dad men­do­ci­na, ni es con­gruen­te con los prin­ci­pios de la nue­va Ley de Edu­ca­ción Na­cio­nal, por lo que se ha­ce ne­ce­sa­ria la dis­cu­sión de una nue­va ley de edu­ca­ción pro­vin­cial que se co­rres­pon­da con el mar­co le­gal na­cio­nal y res­pon­da a las de­man­das de una so­cie­dad de­mo­crá­ti­ca y plu­ri­cul­tu­ral en cons­tan­te de­ve­nir y cu­ya ba­se fun­da­men­tal de­be­ría ser la bús­que­da de una for­ma­ción in­te­gral de la per­so­na y del ciu­da­da­no co­mo un ser po­lí­ti­co y un en­te his­tó­ri­co, co­mo ser in­sus­ti­tui­ble y co­mo ser so­li­da­rio.

Sin em­bar­go, una nue­va ley pro­vin­cial de edu­ca­ción re­quie­re de un de­ba­te se­rio, con la par­ti­ci­pa­ción real de to­dos quie­nes es­tán in­vo­lu­cra­dos en el pro­ce­so de en­se­ñan­za y apren­di­za­je, con tiem­po su­fi­cien­te pa­ra lo­grar una re­fle­xión más aca­ba­da a ni­vel de las co­mu­ni­da­des edu­ca­ti­vas y de la ciu­da­da­nía en ge­ne­ral, pa­dres de fa­mi­lia, do­cen­tes, alum­nos y or­ga­ni­za­cio­nes com­pro­me­ti­das con la edu­ca­ción, no de una me­ra “con­sul­ta” que ob­via­men­te nun­ca es te­ni­da en cuen­ta. ¿Pa­ra qué se va a per­der tiem­po de­ba­tien­do “li­nea­mien­tos ge­ne­ra­les” si la ley se es­cri­be por otro la­do?
Co­mo ciu­da­da­nos, qui­zá ya es­ta­mos acos­tum­bra­dos a en­te­rar­nos por los dia­rios de los des­fal­cos, ro­bos, tram­pas y de­más que se ha­cen. Ya una vez las men­tes tras­no­cha­das (por de­cir­lo sua­ve­men­te) ayu­da­ron a de­sar­ti­cu­lar el sis­te­ma edu­ca­ti­vo, ba­jan­do de pre­po una ley y una im­ple­men­ta­ción que aún su­fri­mos. Evi­den­te­men­te hay gen­te que per­sis­te en de­fen­der la mis­ma me­to­do­lo­gía pa­ra im­po­ner una ma­ne­ra de for­mar a las fu­tu­ras ge­ne­ra­cio­nes de men­do­ci­nos si­guien­do mez­qui­nos in­te­re­ses per­so­na­les o cor­po­ra­ti­vos.

La con­sul­ta no es más que un bar­niz, una ilu­sión, pa­ra le­gi­ti­mar una idea que ya tie­nen y que, pa­ra col­mo, no mo­di­fi­ca­ría as­pec­tos sus­tan­cia­les de la edu­ca­ción men­do­ci­na
Por eso, es ne­ce­sa­rio ape­lar a un mo­do de par­ti­ci­pa­ción real y no a una con­sul­ta lan­za­da des­de el Po­der Eje­cu­ti­vo, con el res­pal­do de al­gu­nos sec­to­res in­te­re­sa­dos. De es­te ti­po de con­sul­tas só­lo pue­den sur­gir una ley frag­men­ta­da y cu­yo fin úl­ti­mo es des­mem­brar a to­dos los ac­to­res de la so­cie­dad. Una ley edu­ca­ti­va que no ten­ga un fuer­te con­sen­so es­tá con­de­na­da a fra­ca­sar (fra­ca­sar es un de­cir, por­que en rea­li­dad triun­fan aque­llos que por mu­chos años nos han ve­ni­do im­po­nien­do­ sus mo­de­los y cu­yos re­sul­ta­dos pa­de­ce­mos hoy to­dos).

Ac­tual­men­te el Po­der Eje­cu­ti­vo pro­vin­cial ha lan­za­do ti­bia­men­te la idea de dis­cu­tir un nue­vo pro­yec­to de edu­ca­ción pa­ra Men­do­za, sin em­bar­go pa­re­cie­ra que hoy el Po­der Eje­cu­ti­vo pre­ten­de uti­li­zar el jus­to re­cla­mo de una edu­ca­ción igua­li­ta­ria pa­ra no im­pul­sar un pro­yec­to que im­pli­que una ver­da­de­ra dis­tri­bu­ción de las ri­que­zas, re­pro­du­cien­do un pro­yec­to edu­ca­ti­vo na­cio­nal que, en­mas­ca­rán­do­se de­trás del dis­cur­so de una edu­ca­ción de in­clu­sión y ca­li­dad pa­ra to­dos, bus­ca pa­ra­dó­ji­ca­men­te lo con­tra­rio.

Co­mo so­cie­dad nos de­be­mos la cons­truc­ción de nues­tro pre­sen­te y nues­tro fu­tu­ro co­mún y pa­ra ello es ne­ce­sa­rio pen­sar la edu­ca­ción co­mo al­go fun­da­men­tal y a la nue­va ley pro­vin­cial de edu­ca­ción es im­pe­rio­so per­ci­bir­la co­mo su­pe­ra­do­ra in­clu­so de la ley na­cio­nal.

Si bien es cier­to que con la san­ción de una nue­va ley de edu­ca­ción no se so­lu­cio­na­rán má­gi­ca­men­te to­dos los pro­ble­mas que aque­jan al sis­te­ma edu­ca­ti­vo de Men­do­za, és­ta po­drá ofre­cer el mar­co ne­ce­sa­rio pa­ra co­men­zar a ha­cer­lo.

Qui­zá la me­jor me­to­do­lo­gía pa­ra lo­grar una ley de edu­ca­ción cons­trui­da por to­dos sea la de un con­gre­so pe­da­gó­gi­co que ten­ga en sus ma­nos la dis­cu­sión so­bre qué edu­ca­ción se quie­re pa­ra la pro­vin­cia y que me­dian­te la ta­rea mul­ti­sec­to­rial ten­ga co­mo epí­lo­go la san­ción de una ley de edu­ca­ción pro­vin­cial. De es­ta ma­ne­ra, la ley na­ce­rá ­con un fuer­te con­sen­so pa­ra que pue­da im­ple­men­tar­se sin pro­ble­mas, ya que se­ría cons­trui­da por me­dio de me­ca­nis­mos trans­pa­ren­tes, creí­bles y real­men­te par­ti­ci­pa­ti­vos (a las es­cue­las y a la so­cie­dad), con un pla­zo de tiem­po ra­zo­na­ble, pa­ra que exis­tan idas y vuel­tas rea­les con los apor­tes y con un fuer­te acuer­do con el tex­to. De es­ta ma­ne­ra de­sa­pa­re­ce­ría la sen­sa­ción de que mien­tras se con­sul­ta­ba ya to­do es­ta­ba “co­ci­nan­do”, que es lo que ocu­rrió con la ley 26.206.

Hoy es­ta­mos en Men­do­za en un pro­ce­so si­mi­lar, aun­que me­nos pú­bli­co. Pre­ten­den sa­car una ley de edu­ca­ción que se pre­sen­ta ma­qui­lla­da, co­mo si si­guie­ra el es­pí­ri­tu de la Ley Na­cio­nal de Edu­ca­ción.

Sé que hay un can­san­cio y has­tío muy gran­des, y que a to­do eso se le su­ma el frío, el au­men­to de to­do, los pro­ble­mas que hay en ca­da ho­gar y ca­da es­cue­la, el de­sin­te­rés de mu­chos y ago­bio por cues­tio­nes es­co­la­res y ex­traes­co­la­res. Pe­ro és­te es un mo­men­to cla­ve si que­re­mos im­pe­dir que se ins­ta­le una ley que nos con­di­cio­na­rá –y que con­di­cio­na­rá a cual­quier go­bier­no que ven­ga, pues vo­ta­da hoy no se­rá fá­cil bo­tar­la ma­ña­na– y que pue­de mar­car un con­ti­nuis­mo con un mo­de­lo de pro­vin­cia y de edu­ca­ción que re­pu­dia­mos, pe­ro que se es­cri­bi­rá su­til­men­te y pa­ra col­mo di­rán que con­tó con el con­sen­so de to­dos, in­clu­so de los que no es­tu­vie­ron de acuer­do y la pa­de­ce­rán en el mo­men­to de su im­ple­men­ta­ción.


Mario Raúl Soria
DNI 24.067.224
Pro­fe­sor en Cien­cias Po­lí­ti­cas
Se­cre­ta­rio ad­jun­to de la 
Asociación de Edu­ca­do­res 
So­cia­les de Men­do­za
http://www.diariouno.com.ar/edimpresa/2009/08/18/nota221608.html

La necesaria función republicana de la escuela

Sin formación ciudadana no hay ciudadanos: hay súbditos.

La provincia de Mendoza le debe a su futuro tener que incluir dentro de la currícula de la nueva escuela secundaria de Mendoza un espacio curricular específico que esté presente desde el primer año hasta el último del nivel secundario, en todas sus orientaciones y modalidades, destinado a la formación de ciudadanos; se daría así cumplimiento al artículo 212 inciso 7 de la Constitución provincial.

El Estado provincial debe asumir la responsabilidad de la formación política de los estudiantes para prepararlos como ciudadanos críticos en el ejercicio pleno de sus derechos y responsabilidades, sensibles a sus intereses y a los de los otros y preocupados por el bien común y la defensa del Estado de derecho, el sistema republicano, democrático y federal. 
Los pueblos que no conocen sus leyes (buenas o malas), sus instituciones, sus derechos, sus obligaciones son pueblos destinados al desastre.


Mario Raúl Soria
http://www.diariouno.com.ar/edimpresa/2012/04/11/nota297854.html


Jóvenes que no
saben votar


Señor director:

Le sugiero que le pregunte a cualquier joven que curse la educación media acerca de qué se votará el próximo 28 de junio, o bien qué función cumplen los concejales. Puedo adelantarme y decir que los resultados serán muy insatisfactorios. ¿A qué se debe esto? ¿A que por su naturaleza son unos cínicos que no les importa el mundo en que viven o porque desde las políticas oficiales los hemos convertidos en analfabetos políticos?
A principios de 2005 la Resolución 149 de la Dirección General de Escuelas (DGE) de la provincia de Mendoza eliminó las horas de Formación Ética y Ciudadana (FEYC), logrando así lo que ningún gobierno de facto había hecho, es decir dejar de enseñar civismo, y creó un espacio llamado Ciencias Sociales, Historia y Formación Ética y Ciudadana. Para este espacio los únicos docentes habilitados eran los profesores de Historia.

Los docentes de Historia que hoy imparten Ciencias Sociales, Historia y Formación Ética y Ciudadana en octavo y noveno años de la EGB3 en Mendoza han otorgado un valor secundario (por no decir mínimo) a los contenidos de formación ética y ciudadana, priorizando contenidos netamente históricos, considerando los contenidos de formación ética y ciudadana como contenidos transversales que, salvo contados casos, nunca se desarrollan.

Sin duda, el perfil del profesor de Historia está relacionado con este poco valor otorgado a los contenidos de formación ética y ciudadana en EGB3. Su formación específica y profunda está dada en contenidos históricos y dentro de ella por sus conocimientos epistemológicos e historiográficos. Ahora bien: ¿son suficientes estos conocimientos para enseñar formación ética y ciudadana? ¿Tienen las competencias en didáctica de la formación ética y ciudadana? Preparar a un profesor o una profesora en formación ética y ciudadana es enseñar a enseñar formación ética y ciudadana, no historia; consiste en educar a un profesional para que tome decisiones, sepa organizarlas y llevarlas a la práctica sobre los conocimientos éticos y ciudadanos que debe enseñar en un aula de un centro determinado.

La DGE nunca tuvo en cuenta esto y arrebató a profesionales docentes especializados en formación ética y ciudadana el dictado de dicho espacio. La experiencia demuestra que ello ha ido en detrimento de la calidad de la enseñanza. El tiempo y las prácticas así ya parecen demostrarlo.

Hoy nuestros alumnos no tienen capacidades ni conocimientos ciudadanos mínimos, la violencia impregna cada rincón de nuestra sociedad, la apatía y la ausencia de proyectos de vida son moneda corriente entre nuestros alumnos y el valor a la vida está entre nuestros jóvenes cada vez más devaluado.

Si bien es cierto que ello no es responsabilidad exclusiva de la escuela, el sistema debe hacer su mea culpa y aceptar que se privilegiaron intereses corporativos y se permitieron presiones por sobre la educación de nuestros jóvenes.

Indudablemente que si un joven mata a alguien en la ruta por irresponsabilidad o vota sin conciencia ni responsabilidad hacia el bien común, parte de la culpa es de aquel profesor de Historia que no tenía competencias para formarlo como persona respetuosa de la vida o consciente de sus deberes y derechos como ciudadano a aquel joven y lo único que hizo fue teorizar e impartir conocimientos carentes de significado real en pos de mantener un trabajo rentado.

De aquí se desprende otro razonamiento, que nos lleva a establecer prioridades. ¿Qué es más importante hoy, que un ciudadano conozca el desenvolvimiento de la sociedad en la edad moderna o que respete la vida y aprenda a desenvolverse de manera integral como ciudadano?
Entonces cuando escuche a un pibe del secundario decir que no le importa la política no sea tan duro con él, piense que no es un desinteresado, que detrás de él hubo profesores que le enseñaron que ser ciudadano es historia.


Mario Raúl Soria
DNI 24.067.224
Docente
http://www.diariouno.com.ar/edimpresa/2009/05/04/nota211896.html


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